Mandó la foto de ‘cara dura’, pero quedó seleccionado. Dejó su trabajo de albañil, y viajó a Buenos Aires.

‘ME ANIMÉ A PROTAGONIZAR EL POTRO PARA CAMBIAR MI VIDA’ ‘ME ANIMÉ A PROTAGONIZAR EL POTRO PARA CAMBIAR MI VIDA’

‘ME ANIMÉ A PROTAGONIZAR EL POTRO PARA CAMBIAR MI VIDA’

‘ME ANIMÉ A PROTAGONIZAR EL POTRO PARA CAMBIAR MI VIDA’

Mandó la foto de ‘cara dura’, pero quedó seleccionado. Dejó su trabajo de albañil, y viajó a Buenos Aires.

En octubre de 2017 Rodrigo Romero vio el anuncio por Facebook, en el que buscaban al protagonista de El Potro, lo mejor del amor, la biopic sobre el ídolo cordobés y su ídolo personal.

Mandó la foto “de caradura que soy”, dice y quedó seleccionado. Dejó su trabajo de albañil, viajó a Buenos Aires y se puso bajo las órdenes de la directora Lorena Muñoz.

Hoy, su rostro inunda las calles de Buenos Aires con los afiches de la película que se estrenó ayer jueves 4 de octubre y en la que él, interpreta al inolvidable Rodrigo.


“Fue algo parecido a un shock. No podía llorar, ni tampoco reír. No tomé la magnitud de lo que pasaba. Creo que hasta el día de hoy no soy consciente de la magnitud de lo que acabo de hacer”, cuenta Rodrigo Romero.

“Me sentí muy feliz. Yo soy muy “pituco” con la ropa, me gusta andar bien vestido y me encanta el look del Potro. Venían, me daban esa ropa y me encantaba. Fue como un juego: todo el tiempo jugué siendo consciente de la seriedad del asunto, que era un trabajo y una responsabilidad muy grande. Me largaron y salí a jugar a ser él, que de hecho lo hacía cuando era pequeño”, dice el novel actor.


Romero interpretó escenas muy dramáticas, sin ser actor, por lo que el modesto joven le da el crédito a su ‘coach': “La clave está en mi coach, María Laura Berch. Vine en febrero y me puse a sus órdenes, trabajando y preparando este personaje juntos. Ella lo hizo desde el oficio y yo lo construyó desde el fanatismo y el amor, porque no soy actor. Antes de cada escena, había una charla entre nosotros y me ponía la emoción en el momento justo, acá en el pecho, para que yo pudiera salir a hacerlo."

El camperón rojo y las botas

Una escena que le movió las fibras internas a Romero, fue la escena en que El Potro fue hacia su muerte: “Me pasó cuando me puse el camperón rojo, las botas, esa vestimenta emblemática que todos la recordamos. Cuando me la puse y me miré al espejo, se me estremeció toda la piel. Por dos segundos, lo vi a él y no me vi a mí. Eso me asustó un poco. Ahí estaba mi coach para contenerme porque realmente me quebró y todavía no había salido a hacer la escena. Pero sí ya sabemos a dónde iba con esa vestimenta: a subirme a la camioneta y a ese final que todos conocemos. Eso fue algo muy emotivo”. Ciudad Magazine

POSTEADO: 5-10-2018
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