Este domingo en Rusia, por cuarta vez consecutiva, una escuadra europea, Francia o Croacia, levantará de nuevo la Copa del Mundo.

DE PRODUCTORES DEL MEJOR FÚTBOL A MEROS EXPORTADORES DE FUTBOLISTAS DE PRODUCTORES DEL MEJOR FÚTBOL A MEROS EXPORTADORES DE FUTBOLISTAS

DE PRODUCTORES DEL MEJOR FÚTBOL A MEROS EXPORTADORES DE FUTBOLISTAS

DE PRODUCTORES DEL MEJOR FÚTBOL A MEROS EXPORTADORES DE FUTBOLISTAS

Este domingo en Rusia, por cuarta vez consecutiva, una escuadra europea, Francia o Croacia, levantará de nuevo la Copa del Mundo.

Brasil, Argentina y Uruguay no solo son parte del reducido club de campeones mundiales, son también escuelas que producen talentos extraordinarios. Sin embargo, en este siglo, los tres países pasaron de ser protagonistas del fútbol a meros exportadores de pie de obra.

Brasil, Argentina y Uruguay están entre los diez mayores exportadores de futbolistas del mundo: exportan 2 243 jugadores al extranjero, la mayoría de ellos a Europa. Y no hay señales de que ese nuevo papel como vendedores de talento terminará pronto.


Igual que cuando eran colonias europeas, este trío sudamericano reduce su papel al de proveedores de materias primas.

Además de la fuerza inexorable del euro y de las monedas de Asia, hay otro factor que ahonda la crisis del fútbol sudamericano: la mala gestión y la corrupción de sus federaciones.

En los últimos años, se han revelado casos de corrupción entre los más altos funcionarios de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF).

El caso de Brasil es paradigmático. Ha tenido una enorme facilidad para producir futbolistas brillantes, pero le ha resultado imposible mantenerlos en la liga local; los jóvenes talentos emigran demasiado pronto a Europa y otros países del mundo.

La corrupción en las asociaciones de fútbol


Brasil tiene dirigentes deportivos con ideas anacrónicas, renuentes a los cambios y escandalosamente corruptos.

A finales del año pasado, José Maria Marin, expresidente de la CBF, fue declarado culpable de lavado de dinero en Estados Unidos y en abril de este año la FIFA suspendió de por vida al que era el presidente vigente, Marco Polo del Nero, por haber recibido sobornos. João Havelange, el presidente brasileño de la FIFA por casi dos décadas, tuvo que dimitir a su cargo de presidente honorario después de denuncias de corrupción y su yerno, Ricardo Teixeira, quien presidió la CBF entre 1989 y 2012, es investigado por el gobierno brasileño por evasión fiscal, fraude, falsificación y lavado de dinero.


Brasil es un país con 207 millones de habitantes y sus clubes más populares tienen más seguidores que la población de muchos países europeos. Pero los dirigentes de estos clubes, han guardado silencio ante los escándalos de la CBF, a cuyos presidentes eligen y jamás critican.

No es un panorama distinto al del fútbol argentino. Por tres décadas dominó la figura de Julio Grondona, el presidente de la AFA de 1979, hasta su muerte en 2014, o del fútbol uruguayo, cuyos federativos también han sido investigados o encarcelados, como Eugenio Figueredo, expresidente de la AUF.


El resultado de esta degradación ética y de la acumulación de gestiones desventuradas es la irrelevancia cada vez mayor de los clubes de estos países, incapaces de competir con sus pares europeos o asiáticos.

Los clubes convertidos en empresas transnacionales


Una de las razones por las que los hinchas argentinos, uruguayos y brasileños han perdido vínculos emocionales con sus selecciones es porque sus jugadores ya no son formados en el Boca Juniors o el River Plate, el Peñarol o el Nacional, el Flamengo o el Corinthians, o el Santos o el Grêmio, sino en el Real Madrid, el Barcelona, el Bayern Múnich, la Juventus, el Chelsea, el Manchester City o el United.


El fútbol y la globalización

El fútbol alberga en su interior el conflicto esencial de la globalización. Los clubes quieren ser dueños a tiempo completo de los futbolistas, pero también necesitan que jueguen con sus selecciones para que se legitimen como héroes nacionales. Mientras tanto, los clubes de países de África o de América Latina se están transformando en centros de reclutamiento y por lo mismo empiezan a perder el atractivo para la afición local, como sucede con los equipos de Brasil y Argentina. Estas palabras las dijo el pensador británico Eric Hobsbawm.

Camino sin salida

Es triste constatar que de manera inevitable el fútbol latinoamericano se encamina a profundizar la diferencia con el europeo. El fútbol parece dirigirse a lo que ocurre con el basketball: la liga de Estados Unidos, la NBA, domina de manera abrumadora a un deporte que se juega en todo el mundo. 

A menos que se emprenda un giro radical en la gestión de las federaciones de la Conmebol o suceda un milagro, se anuncia una tendencia irreversible: las selecciones de Sudamérica serán cada vez menos un rival serio de las escuadras europeas y más un simple proveedor de talentos para los clubes ricos de Europa.

En lo que va de este siglo, los argentinos, brasileños y uruguayos han preferido exportar a los artistas en vez de exportar el espectáculo, como si Disney vendiera al Pato Donald en lugar de producir películas.

Los tres campeones del mundo, el anterior poderoso trío sudamericano, son “harinas del mismo costal”, como dice un dicho brasileño. El futuro del fútbol en América Latina es sombrío en todos su rincones, incluso en los que parecían más luminosos. Fuente The New York Times

POSTEADO: 14-07-2018
POR FM LIBRA 106.7 MHZ – Mail de Contacto: infosao2010@gmail.com