Sergio y Carmen son un matrimonio de
abuelos que viven en Fernández Oro. El miércoles a Sergio le tocó vivir la violencia y la angustia de ver cómo se
llevaron gran parte de sus bienes, en medio del temor de ser asesinado.
“Quemalo, quemalo”, fueron algunas de las frases temibles de los
asaltantes que sorprendieron a Sergio, el miércoles por la noche, en su casa
ubicada en el loteo de la cooperativa Covicom.
Sergio había salido a darle de comer a
unos pollos y un hombre se acercó y le preguntó si arreglaba vehículos.
Enseguida, señaló que se le había
quedado varada una camioneta en las cercanías del barrio Martín Fierro.
En realidad, fue sólo una excusa para
sorprender y golpear en forma salvaje al dueño de casa. “No se dejaron ver,
tenían capuchas; salieron de atrás del camión y me empezaron a patear”, explicó
el hombre.
Apenas redujeron a Sergio, los
asaltantes empezaron a cargar en una vieja camioneta Chevrolet todo lo que
encontraron a su paso: televisor, taladro, amoladora, aparejo de dos toneladas,
cargador de batería, una pelopincho y hasta los repuestos de un vehículo que
estaba para arreglar.
Delincuentes perversos
Ensañados, con un cuchillo le pegaron
varios puntazos en las palmas de las manos. Finalmente, se vieron obligados a
pedirle que sacara marcha atrás la Chevrolet, porque desconocían el mecanismo.
Con el fin de que no alertara a la Policía, lo maniataron con sogas y le
tiraron varias cobijas y una bolsa de cal encima cuando estaba en el piso.
Por suerte, Sergio pudo desprenderse de
las ataduras y solicitar auxilio a un vecino.
El loteo de Covicom, donde viven los
ancianos se encuentra aledaño al barrio Martín Fierro y a varias chacras,
algunas abandonadas. Como si se tratara de alimañas, los delincuentes se
ocultan en la maleza y siguen los movimientos de los vecinos.
Es así como los robos se suceden sin
pausa, aunque el hecho sufrido por Sergio fue el más grave.
El lugar es jurisdicción de la Comisaría
26 de Fernández Oro y los patrullajes no existen por la aparente falta de
personal. De igual modo, durante seis años las familias se vieron obligadas a
contratar un sereno, que luego fue despedido por los responsables del loteo.
“No hay seguridad”, resaltó Sergio, que
junto con su familia evaluan cómo seguir y recuperarse de un robo que los dejó
casi con lo puesto.
Al igual que otros vecinos, se muestran
resignados y sólo piensan en empezar de nuevo con la esperanza de que algún día
puedan disfrutar tranquilamente de su hogar. Fuente LMCipolletti
PUBLICADO POR FM Libra
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PUBLICADO EL 17/11/2017