“Hasta que no te arruine, no la voy a cortar,
te la juré, tengo todo el tiempo del mundo”. Ese fue uno de los tantos mensajes
de texto que Garoglio le envió a Ivana. En dos ocasiones, el hombre violó una
restricción de acercamiento hacia ella. La última vez entró por la fuerza a su
casa, la golpeó, la hirió en una pierna e intentó ahorcarla con el cable de un
teléfono mientras la amenazaba.
Hoy Ivana está muerta y la causa de su deceso
fue la epilepsia que generó Garoglio con al gopiza que le dio cuando intentó
matarla, ella no tenía una condición pre existente de tal enfermedad, así es que
finalmente el asesino cumplió su cruel cometido. Garoglio está tranquilo, en
libertad, totalmente impune. Justicia? Bien, gracias.
“Soy Mario Garoglio, golpeé a mi mujer y creo
que se me fue la mano”
El largometraje documental “Ella se lo buscó”,
dirigida por Susana Nieri, dura 65
minutos y está centrado en la historia
de Ivana Rosales. El 18 de abril de 2002 su esposo, Mario Garoglio, intentó
ahorcarla con un alambre, la golpeó con una piedra en el rostro y en el cráneo,
y la encerró en el baúl del auto. Ivana le había manifestado que quería
separarse.
Mantuvieron una charla en un café, situado
frente a la vieja terminal de ómnibus de la capital. De regreso a su casa, en
Plottier, el hombre se desvió del camino y la atacó. Luego se entregó a la
comisaría: “Soy Mario Garoglio, golpeé a mi mujer y creo que se me fue la
mano”.
Justicia vergonzosa
La Cámara Criminal Segunda –integrada por José
Andrada, Emilio Castro (ambos jubilados) y Eduardo Badano (destituido en 2008)-
condenó el 11 de julio de 2003 a Garoglio a cinco años de prisión por homicidio
agravado en grado de tentativa. Nunca cumplió la pena, pues se dio a la fuga.
El fiscal Alfredo Velasco Copello sostuvo la
existencia de circunstancias extraordinarias de atenuación. Mencionó la
“actividad” que realizaba Ivana cuando era soltera (trabajó eventualmente
atendiendo la caja en un cabaret en Rincón de los Sauces donde se conocieron),
y una presunta infidelidad.
“La sinceridad de Rosales, quien le dijo que lo
iba a abandonar por otro, tiene que haber movido el ánimo de esta persona (por
Garoglio), un hombre dedicado al trabajo”, aseguró en su alegato. La defensora
Alicia Garayo consideró que su asistido había actuado en estado de emoción
violenta y pidió la pena mínima por el delito de lesiones. Vociferó al
tribunal: “juzguen como hombres”.
El fallo destiló sexismo. Especialmente el voto
de Castro, recordado por la resolución del “coito interfémora”. A la hora de
explicar porqué Garoglio no tuvo intención homicida (para Andrada y Badano sí
la hubo, aunque se acogieron a los atenuantes), el ex magistrado ensaya una
explicación que la activista feminista Ruth Zurbriggen califica como “apología
del femicidio”:
“Cuando le pasó el alambre por alrededor del
cuello, pudo muy fácilmente completar la acción de estrangulamiento; pudo
incluso dejar el alambre atado, cerrado, de modo que, en todo caso, la acción
iniciada completaría su efecto por sí. Luego pudo dejarla iniciada completaría
su efecto por sí. Luego pudo dejarla tirada donde la agredió, llevarla a un
basural o tirarla al río. ¿Para qué cargarla en el baúl del automóvil? (…)
tenía un cuchillo de cierta importancia a mano, en el auto (…) con el cual pudo
apuñarla o degollarla sin el menor problema. Y no lo hizo”.
Castro arribó a la conclusión de que frente “al
fracaso de todas sus maniobras salvacionistas y pretendidamente magnánimas,
para conservarla” desplegó “un acto dramático, teatral: una paliza
espectacular”. Quería que sobreviviera: “porque de otro modo, ¿dónde iría su
mensaje?, ¿en qué quedaba su brutal y cruel escarmiento?”
Lo que subyace a esta pretendida reprimenda es
que el varón está habilitado a ejercer su derecho de propiedad sobre el cuerpo
de la mujer.
Disciplinar y castigar
Pero el retirado juez fue más allá en su afán
disciplinador y estigmatizador: “Si la víctima hubiera sido adúltera, como
pretende el muy poco caballeresco golpeador y su Defensa, eso habría sido algo
que estaba en las probabilidades de la mujer que eligió, características por
las que la eligió; de modo que ya eran iniciales, sabidas y consideradas en su
decisión. Entonces no se las puede computar ahora como “circunstancias
extraordinarias de atenuación”. No se trataría más que de las consecuencias de
su propio acto consciente, cuando eligió”.
Garoglio
fue condenado por el Poder Judicial rionegrino en febrero de 2012, a
cuatro años de prisión por abuso sexual en perjuicio de sus dos hijas. La
película está dedicada a la mayor de ellas, que se suicidó en julio pasado. El
cierre alude explícitamente al hecho: “Si al escuchar pudimos comprender qué es
la violencia de género entenderemos esta muerte como una consecuencia. Esto
también es femicidio”.
El día del estreno del documental, durante el
debate, Ivana señaló: “Vivir cinco años, sabiendo que tenes a la persona que te
intentó matar prófuga, significa que no podes dejar salir a tus hijos a ningún
lado sin tener en cuenta que no sabes si van a volver, porque las amenazas
continúan. Sabes muy bien que no podes salir a la calle sin estar mirando por
sobre tu hombro, y mucho menos podes contestar o dejar que alguien se te
acerque porque no sabes quién lo mandó. Así que la libertad de alguna manera la
encontré cuando él cayó preso. Aunque el cansancio para mi pequeña hija ya era
muy grande”. fuente Fuera del Expediente/8300 web
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PUBLICADO EL
6/09/2017